viernes, septiembre 01, 2006

Tres y uno

Claudia Navas Dangel
La Hora, 160806, página 4

Si por alguna razón, de esas que no entendemos, me encontrara en estos momentos una lámpara maravillosa o aunque sea una linterna que reflejara mis más profundos deseos, para que se conviertan en realidad, tendría que empezar pidiendo que mañana los diputados de todas las bancadas aprobaran las Reformas al Código Penal, palabras que en papel y tinta podrían evitar tantos abusos y violaciones, letras que unidas harían posible castigar a esas personas insensibles y miserables que lastiman la vida y los sueños de los niños, sí, tendría que pedir que fuera un jueves de conciencia, un 17 de agosto, en el que más que celebrar el día de la bandera, pudiéramos celebrar la vida y nuestros derechos.

Tendría que pedir que no hubieran más guerras en el Medio Oriente, que ese alto al fuego sea definitivo, pedir por el derecho a la vida y a la paz de esas personas, esos rostros que en las imágenes de la televisión me contagian su angustia, esos hombres, mujeres y niños que no saben si van a ver el sol del día siguiente, si van a crecer, si van a tener una casa y una familia.

Y luego, tendría que pedir más vida, por una vida, la de Fidel, el único hombre de estos tiempos que ha sabido ser eso, hombre, que no se ha dejado ningunear por los gringos y, en mi imaginario, el único líder verdadero en esta época en la que la fe se acaba.

Los cuentos de hadas y la fantasía han impuesto al tres como número mágico y como tope en la posibilidad de la realización de un sueño, de un deseo, yo tengo más, muchos más, pero voy a concentrarme en uno sólo, además de los que ya expuse, uno que quizá, con la fuerza que tiene la mente y el hechizo de las palabras, sucederá, y si pasa, será una buena historia.

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